¿Cuándo es el
momento de pensar en ese porvenir? A los 35, a los 30... o mejor aún: a
los 25, para armar el andamiaje sin prisa pero sin pausa. Existe un
denominador común: cuando el reloj cronológico se acerque a los 60, será
necesario contar con una espalda financiera suficiente como para
complementar los ingresos de la seguridad social y disfrutar de la etapa
del retiro sin necesidad de modificar abruptamente su estilo de vida.
“El segmento ABC1, o de ingresos medios-altos, está entre los más
perjudicados a la hora del retiro, dado el ratio salario
actual/jubilación”, define Diego Martino Guzmán, CEO de Megainver.
El primer
dato que hay que anotar para tomar dimensión del tema es que la
jubilación máxima actual, según su última actualización (marzo),
asciende a $ 46.849 y accederán a ellas quienes hayan trabajado en
relación de dependencia y aportado en los últimos 10 años sobre el tope
que marca la Ley como base máxima imponible, que es de $ 72.289
mensuales. Pero la realidad es que apenas un 10 por ciento de los
trabajadores argentinos se jubila con ese rango.
Aún más
compleja es la situación para los trabajadores autónomos y para los
monotributistas, desde profesionales independientes hasta directores de
empresas y emprendedores o comerciantes. En el primer caso, el de los
autónomos, la categoría a la que aportan determina “en algo” el dinero
que se llevarían de bolsillo al jubilarse. Pero éste, difícilmente,
supera los $ 12.000 al mes una vez llegados a los 65 años y 30 de
aportes, que es el haber promedio de la seguridad social, según datos de
la Anses. Los monotributistas, independientemente de la categoría a la
que aporten, tienen una situación aun peor: están, siempre, en los
rangos más bajos de haber jubilatorio. Son datos que hay que leer con
mucho cuidado, si no se es un trabajador en relación de dependencia.
Calculadora
en mano, el salario promedio de un gerente ronda entre $ 70.000 y $
130.000 mensuales, dependiendo del tipo de empresa, sector y posición.
De ahí para arriba y para abajo, las cuentas son claras: hay que cubrir
un gap mensual que puede rondar los $ 30.000/40.000 o más. “Las nuevas
reglas demográficas son adversas para cualquier sistema de seguridad
social que analicemos y lo real es que no se encontró el paraíso
previsional ni en los países con sistema de reparto, ni en los que
utilizan el de capitalización”, plantea Ana María Weisz, directora de
Wealth de Mercer para la Argentina, Chile, Bolivia, Uruguay y Paraguay.
“Bajas tasas de natalidad y de mortalidad afectan muy negativamente los
sistemas de reparto, en los que los activos (aportantes sanos) financian
a los pasivos, enfermos, inválidos y hasta niños. Pero, en los países
con sistemas de capitalización y, en especial, si son de economías
crecientes, vemos que las prestaciones son bajas comparadas con el
promedio de salarios”, advierte la especialista.
Plan a medida
“La
conciencia en el retiro en un país como el nuestro no puede analizarse
fuera del contexto. No todo el mundo puede pensar en ahorrar para un
futuro que vendrá en 20 ó 30 años cuando tiene necesidades urgentes hoy.
Entre aquellos que sí pueden hacerlo, hay una clara coincidencia en que
el esfuerzo individual canalizado en ahorro e inversión será
fundamental para compensar el esquema de jubilación público al momento
del retiro”, plantea Esteban Pereiro, gerente de Inversiones de HSBC
Argentina.
Marcelo
Elbaum, economista especializado en planificación financiera y director
de Maxinver, pone sobre la mesa dos conceptos que juegan en contra de
una etapa madura sin sobresaltos. “En primer lugar, se subestima el
objetivo. La gente, siempre, piensa que el futuro es muy lejano. El
segundo punto es la subestimación de la expectativa de vida: en general,
las personas calculan entre seis y siete años menos. Pero, después de
los 65 años, al menos, se viven 20 años más. Por lo que es mejor que el
dinero lo sobreviva a uno, a que uno deba sobrevivir sin él”, enfatiza.
Otro tema
que puede conspirar contra el futuro del ingreso posretiro es el caso de
quienes hicieron parte de su carrera en un país y, luego, la siguieron
en otro destino (o en varios). Y el caso no es igual si siempre fue el
mismo empleador o si fueron diferentes y de distintas nacionalidades.
También, las pausas “sabáticas”, o los períodos en que se dejó el
trabajo en relación de dependencia para probar suerte con un
emprendimiento propio, mueven el tablero.
Diego
Bufano, director y Head Portfolio manager de Quirón Asset Management,
pondera la importancia de “tomar conciencia de que los sistemas de
reparto (como el que rige en la Argentina) están en crisis en todo el
mundo, dada la dificultad para financiarlos y, en consecuencia, es
necesario ir formando voluntariamente la propia cartera de ahorro en
forma personal e individual”. Además, resalta que acumular no es
equivalente a invertir: “La moneda pierde valor por el efecto erosivo de
la inflación. Por eso, si se acumula el dinero sin invertirlo con un
sentido amplio de ahorro, sin ponerlo a producir, la cantidad puede ser
la misma pero su utilidad, el día de mañana (aun en moneda dura), será
notoriamente menor o despreciable”.
“Sin duda,
cuanto más joven comencemos a generar ahorro, más fácil conseguiremos la
independencia económica. Pero, para ello, debemos tener la convicción
de lograr que el dinero trabaje para nosotros, en lugar de trabajar uno
para obtener dinero”, postula Pablo Castagna, director del segmento
Individuos de Puente.
¿Cuánto
ahorrar? Cuánto más joven se es, y menos responsabilidades familiares se
tienen, mayor podría ser el porcentaje que se destine al fondo de
ahorro. Cuando hay hijos en edad escolar, los gastos se multiplican y
hacer recortes se hace más difícil. El primer tip, entonces para los que
están empezando a andar el camino de la adultez: tratar de hacer el
mayor “esfuerzo” posible en esa primera fase.
“En lo
posible, uno debería invertir entre 10 y 15 por ciento de sus ingresos
en una cartera diversificada entre bonos, acciones y activos reales como
propiedades y, en menor medida arte, pensando en su futuro retiro”,
opina Paula Bujía, analista senior de Allaria Fondos. “Una buena forma
de invertir es aprovechar al máximo la tasa de interés compuesta, esto
es, invertir a una tasa y reinvertir los intereses cobrados”, dice la
experta e ilustra con un ejemplo: si se invierten US$ 100 en un bono que
rinde un 5 por ciento anual, reinvirtiendo los intereses durante 20
años, al final, se tendrán US$ 265, con lo cual se habrá más que
duplicado el capital inicial.
Martín
Sánchez Bazán, director de Wealth Management de Balanz Capital, va por
la idea de planificar al detalle y pone especial énfasis en la conducta
de quienes no trabajan en relación de dependencia. “Contar con una
matriz de cash flow mensual es una herramienta muy útil para tener
control, tanto de ingresos como egresos, buscar la baja de gastos
innecesarios y poder armar la estrategia”, asegura. Sobre los autónomos y
monotributistas, el ejecutivo remarca que “cuando los ingresos son
variables, se necesita ser mucho más ordenado y equilibrado, evitar
euforias y ser conservador al estilo fondo anti-cíclico”.
Jorge
Becerra, socio y Managing director de The Boston Consulting Group (BCG),
se detiene, también, en el caso de los trabajadores independientes. “Se
tiende a pensar que más del 90 por ciento de la fuerza laboral se
centra en las empresas. Pero la realidad es que existe una tendencia
global al desarrollo de más trabajos autónomos, independientes y
emprendedores”, explica. “Esto trae aparejados modelos de trabajo
distintos. Por lo tanto, también será distinta la planificación del
retiro que lleva, muchas veces, a demorar aun más el inicio de un ahorro
sistemático. Este tipo de empresarios, con ingresos y egresos
volátiles, necesitarán de productos que faciliten el aporte no tan
estable, sino, más bien, que pueda ser más puntual, de manera que se
puedan depositar distintos montos con el correr de los meses”, remarca.
Estrategia
Con el
objetivo final en el largo plazo, pero midiendo las posibilidades que el
mercado financiero local ofrece hoy, se presenta una clara diferencia
con lo que sucedía hace algunos años: los expertos coinciden en que es
buen momento para hacer diferencia con las tasas de interés en pesos.
“Con las
tasas en pesos positivas en términos reales, las Lebacs o bonos Badlar
más un margen permiten ahorrar en pesos ganándole a la inflación
mientras el tipo de cambio siga estable como se espera por ahora. Las
acciones argentinas (también, en pesos) en una proporción de la cartera
(30% para los más jóvenes; 10% para los mayores) también aumentan la
rentabilidad”, apunta Bujía, analista de Allaria Fondos. La experta
agrega: “Un tercio de los activos en propiedades también es una buena
inversión para el futuro”.
“Para una
persona joven que comienza a armar su portafolio de inversión con vistas
a un fondo de retiro, claramente, se puede tomar más riesgo porque el
plazo de conformación de la cartera y de aportes es mucho mayor”, define
Guillermo Guichandut, gerente General de Supervielle Asset Management.
“Recomendamos instrumentos de renta fija en dólares del tramo medio y
largo de la curva cuyo rendimiento se ubica en un rango de 4,5/7,5%.
También, podemos ponderar una porción a riesgo subsoberano (deuda
provincial), que tiene un premio de 1,5/2% aproximadamente, por sobre el
rendimiento del soberano, es decir, 6/6,5%”.
Con la
estrategia adecuada, y sostenida en el tiempo, los resultados pueden ser
sorprendentes. Dice Christian Cavanagh, CEO de Delta Asset Management:
“Uno puede aspirar a obtener una rentabilidad real del 4,5% anual
asumiendo un nivel de riesgo razonable. Por ejemplo: para ahorrar el
equivalente al poder adquisitivo actual de US$ 100.000 (valor presente),
una persona debería ahorrar US$ 260 por mes ($ 4200) durante 20 años,
siempre y cuando, el dinero le rinda un 4,5% anual en términos reales”.
El mix de
inversiones que elige Cavanagh: fondos de retorno absoluto, en los que
el administrador elige la mejor diversificación de moneda, gestión de la
duration de la subcartera de bonos y el balance más conveniente entre
acciones y bonos. También para quienes invierten desde el exterior,
fondos de ETFs y, para balancear la estrategia, fondos que inviertan en
la economía real “siempre y cuando, su rentabilidad neta de impuestos y
gastos resulte atractiva”.
“El perfil
de la cartera de inversión estará definida en concordancia a la etapa de
la vida en que se encuentre el inversor, entendiendo que, cuanto más
joven comience a ahorrar, más riesgo puede tomar. Un inversor joven
podría destinar hasta un 25% de sus ahorros a instrumentos de renta
variable: bien diversificado y a largo plazo, la apreciación de capital
debería ser mayor que en otros instrumentos financieros”, aconseja
Castagna, de Puente.
Con la
mirada puesta en los próximos 12 meses, su recomendación incluye apostar
a instrumentos en pesos. El mix recomendado: Lebacs, bonos soberanos
ajustables por inflación, corporativos y provinciales ajustables por
Badlar y soberanos a tasa fija. “Llevar adelante una estrategia de
inversión diversificada es bastante complejo para un inversor individual
sin el conocimiento y los medios adecuados y los fondos comunes de
inversión (FCI) son una buena alternativa”, indica el experto de Puente.
27-7-17 - Monica Fernandez - Apertura
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